Oh Dios... se fue!
Se fue la noche y con ella el alma suya.
Un tétrico silencio escucha mi clamor espantoso
y una fría verdad destruye mi esperanza.
En septiembre, en un sombrío septiembre cierras tus ojos y abres
mi corazón, dejas tu cuerpo, dejas tu ser, me dejas muriendo sin ti.
Con la tristeza a cuestas mis cortos años despiden tus caricias,
tus mimos, tu amor maternal. Mis cortos años saben que te han perdido
y aunque su llanto calmara sólo verías la tristeza que llevan dentro.
Adios Mey, adios para siempre,
porque de Dios eres y a Dios regresaste!
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