martes, 27 de marzo de 2012

De... cierto!

Que miserable silencio el que rompe la mañana y
qué incómoda se siente la soledad al lado mío.

Todo me talla, el ego abusador, la compañía mal querida,
las palabras mencionadas y los recuerdos desgastados.

En el aire despido un fuerte olor a zombie, dibujo una rancia actitud
y agito pensamientos ajenos untados de dolor.

La rasquiña en mi corazón es evidente, bastante aletargante y tan
irritante que ya pocas fibras quedan pendiendo de mi.

Dejo mi cabeza baja, queriendo encontrar en el fondo
una bendición o un camino que me saque de éste árido cañón,
algo que despedace la aflixión que llevo dentro.

Avanzo por inercia esperando el milagro que a pocos sucede y
a muchos se nos niega sin una razón menos que suficiente.

Sé que el hedor ha de cesar y lo sé por un brote de esperanza
que encontré en mi noche; pero lo que aún no sé es el por qué
de tan trágico momento, de tan negro deambular!


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